Finalmente las empresas de energía han decidido dar marcha atrás con las refacturaciones. El caso es que han implementado un paso raro, tal vez como el de Aquiles y la tortuga.

por Santiago Meilán

Esta vez las empresas de energía, más preocupadas en general por avalar el "primero pague y después quéjese", han dejado a los contribuyentes, por lo menos a los escasos 45 mil que presentaron reclamos al ministro De Vido sobre un total de 4 millones, en sombras. El mecanismo esta vez es seccionar los importes en tres cuotas.
Resulta difícil entender que un usuario que intentó no padecer el invierno se encuentre en el callejón sin salida de pagar a todo costo el 600% de recargo. La perspectiva de un verano a pura pantalla sin duda acelerará la mesa de diálogo con los distribuidores regionales.
El panorama debería esclarecerse a mas tardar este año, antes de que Brasil comience el proceso de transición (o continuidad) presidencial. Sin duda, se sabe, el invierno próximo será verdaderamente hostil para los argentinos.

Las consultas a las empresas arrojan no menor conmoción, ante la fatigada voz del telemarketer que invariablemente atiende cada consulta al teléfono de aquellas, su voz monocorde arroja un pronóstico que ha quedado comprobado: no habrá refacturación, tan sólo un plan de pago nada módico.
Lanzados a experimentar la lógica del viejo Hucha, entre aquellos que elevaron el grito en el cielo con maldiciones y anatemas, habrá quienes pondrán en práctica desenrroscar lamparitas, preferir el pan fresco antes que tostado, y de ese modo ir degradando una imagen de sí para un país que algún tiempo atrás se daba el lujo de pagar para ver fútbol.
Las informaciones que circulan son desparejas. Adelco, por ejemplo sostiene desde su site que las tarifas no serán modificadas en tanto el gobierno repondrá los subsidios suspendidos cuando todavía ni se hablaba de la candidatura de una pingüina.
El Defensor del Pueblo, en cambio, sostiene que no se cortará el servicio a los usuarios que no desenbolsen el monto de las facturas en cuestión: ¿por cuánto tiempo? También se sabe, la clase media argentina se enorgullece de cumplir sus obligaciones, aun cuando estas sean arbitrariamente establecidas.



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